rieles

maquinas de escribir estaban  apiladas sobre la gran estación,
por allí no pasa un tren en años
y los viejos hombres, cansados y marchitos por el sol
se reúnen en el viejo bar, a hablar de sus vidas pasadas

dónde eran jóvenes y hermosos,
y las mujeres eran dignas para morir
y el oro llovía de los arboles
en la imaginación eterna 
de los hombres hermosos

extrañan el sol en la mañana
extrañan la luna y la libertad que duraba
contar todas las estrellas

y cuando el último tren pasó
y se llevó consigo
a las mujeres, el oro, belleza y juventud
los viejos se sentaron en el bar
a contar cada estrella

brillan los ojos de las lágrimas
para ser feliz
no hay edad

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